¿Alguna vez alguien dijo algo que te hizo reaccionar dos veces?
Como, “Espera… ¿cómo me acabas de llamar? Eso me pasó a mí el otro día. Estaba conversando con un viejo cliente y amigo, él escuchaba lo que decía, asentía y luego, completamente serio, dijo: "No hay nada para los tontos". Ahora, seré honesto, por un momento. minuto, pensé que me estaba llamando estúpido. Resulta que ese no fue el caso en absoluto. No me estaba llamando tonto. Fue simplemente una falta de comunicación generacional.
Verás, este tipo ha vivido un poco más de vida que yo. Estamos en diferentes generaciones, y una cosa que se ha vuelto más evidente ahora que nunca es que no sólo las modas y las tendencias cambian con los tiempos, sino también el lenguaje y el significado. Verá, para él: "No hay nada para los tontos". Quería decir que no existen las preguntas tontas.
Esto me hizo pensar. Palabras, frases, la forma en que nos comunicamos: todo ha cambiado mucho. Las cosas que decimos, o incluso cómo las decimos, pueden significar cosas completamente diferentes dependiendo de con quién estés hablando. Tomemos como ejemplo a la Generación Z y la Generación Alfa. Estoy convencido de que viven en un universo alternativo donde "matar" ya no significa lo que solía ser y "gorro" no tiene absolutamente nada que ver con los sombreros. Hágales una pregunta básica y de repente estará "dando energía a los NPC" o "sintiéndose discreto". (En serio, ¿qué es la energía NPC?)
Pero aquí está la cuestión: por muy confuso que pueda parecer a veces, es simplemente la evolución natural del lenguaje. Lo que alguna vez fue "no tener una vaca" para los Boomers se convirtió en "relajarse" para los Millennials y "tomar la L" para la Generación Z. Los cambios de idioma, las culturas cambian y, a veces, nos quedamos ahí parados preguntándonos si estamos todavía dominamos nuestro propio idioma. No se trata sólo de sonar genial o tratar de mantener el ritmo (aunque seamos honestos, nadie quiere que se burlen de ellos por parecer antiguos). Se trata de entendernos mejor unos a otros, conectarnos entre generaciones y darnos cuenta de que vale la pena plantear cada pregunta, sin importar cómo esté formulada.
Entonces, ya sea que te preocupe parecer “básico” o “vergonzoso” cuando pides una aclaración, recuerda esto: lo único tonto es no preguntar nada. Y recuerde, esos niños de hoy: ¡denles 10 años y serán clientes de su empresa! Será mejor que te asegures de saber cómo comunicarte con ellos, incluso si sus palabras nos parecen estúpidas a nosotros, los dinosaurios.
¿Y tú? ¿Tienes alguna historia divertida sobre problemas de comunicación para compartir? Me encantaría una buena risa...