santo o pecador?
ENE 2022
Ya me conoces, soy un fanático del fútbol hasta la médula, pero esta semana el tenis fue el centro de atención.
La estrella del tenis serbio, Novak Djokovic, dominó los titulares cuando solicitó una exención de vacuna para ingresar a Australia y competir en el Abierto de Australia, una competencia que ganó nueve veces en el pasado.
Al llegar a Aus, el control fronterizo afirmó que su documentación no estaba en orden y Djokovic fue detenido. El mundo estaba dividido.

Muchos sintieron que el gobierno australiano, conocido por ser uno de los más duros del mundo en lo que respecta a las restricciones de Covid, estaba tratando de convertirlo en un ejemplo. Otros sintieron que Djokovic se equivocó al intentar ingresar al país sin estar vacunado. La ira y la indignación contra él parecían surgir de un planteamiento de “¿por qué un gobierno para nosotros y otro para ellos?” – ¡un punto válido!
¿Pero es Djokovic el enemigo aquí? ¿O deberían dirigirse la ira y la frustración al gobierno, cuya respuesta extrema a la pandemia ha mantenido a familias separadas e incluso a ciudadanos atrapados fuera de su propio país de origen?
No sé. Estoy sentado firmemente en la valla (o red de tenis) para este. Pero lo que sí sé es que esta semana ha sido fascinante, llena de movimientos y contramovimientos. Es como ver a dos grandes maestros jugar al ajedrez.
Mientras escribo esto, la saga aún se está desarrollando. Djokovic ganó su derecho a ingresar al país por un tecnicismo: los funcionarios fronterizos no cumplieron con una fecha límite específica que deberían tener. Pero hay rumores de que todavía le revocarán la visa por otros motivos...
Ya sea que estés del lado de las autoridades o de la estrella del tenis, una cosa es segura: Djokovic tiene agallas. Se ha mantenido firme mientras el gobierno, los medios y gran parte del mundo están en su contra. Persiguiendo su objetivo con determinación inquebrantable... Incluso cuando estaba encerrado y parecía desesperado.
Lo ames o lo odies, creo que hay mucho que podríamos aprender de él. Quiero decir, ¿qué pasaría si persiguieras tus objetivos con el mismo nivel de determinación?