¡Es todo un montón de mierda!
octubre de 2022
Hace unas semanas llevé a mi hija al centro de Birmingham. Como anfitriones de los juegos de la Commonwealth, la ciudad había añadido algunos pequeños eventos agradables, decoraciones y características. Incluido el toro.
¿No ha oído hablar del toro? Deja que te lo explique.
El toro era una escultura mecánica de 10 metros de altura que debutó en la ceremonia de inauguración de los Juegos.

Tardó 5 meses en construirse y necesita 6 personas para funcionar. Tras la ceremonia, el toro se colocó en la plaza del Centenario, donde miles de personas se reunieron para verlo en acción y hacerse algún que otro selfie.
Ahora bien, como orgulloso Brummie, me gusta participar en las cosas emblemáticas que ocurren en mi ciudad, así que Keeley y yo hicimos un viaje hasta allí para verlo y pasar un día recorriendo nuestra ciudad natal y echando un vistazo a algunos de los lugares de interés. Debo de tener cara de simpático, porque mientras paseábamos, se me acercó una viejecita.
"¿Puede decirme dónde está la estación de autobuses?", dijo.
"Claro", respondí. "Está a 5 minutos por esa carretera de ahí".
"¿Puedes llamarme un taxi?" Ella dijo.
"Lo siento amor, pero un taxi no puede venir aquí. Son todo carreteras de un solo sentido y es una distancia demasiado corta para que se molesten en salir". Le contesté.
"¿Puedes acompañarme hasta allí y llevar mi maleta?" Respondió ella.
Así que la cogí y la acompañé a la estación de autobuses. Rechacé las veinte libras que trató de darme en la mano y le hice señas para que siguiera su camino.
Me gusta hacer buenas acciones. Ya había hecho una esa mañana, cuando a un bebé se le cayó un juguete y tuve que correr detrás de sus padres para devolvérselo (y créanme, correr no es algo que haga a menudo). No sólo tuvo las agallas de acercarse a un hombretón de 1,80 metros y preguntarle por una dirección, sino que no dudó en pedirle lo que quería, a pesar de que era una petición bastante grande y que probablemente sería rechazada.
Podemos aprender mucho de esta abuelita, llamémosla Ethel. Como empresario, ¿cuántas veces has evitado pedir lo que realmente quieres por miedo a que te rechacen? ¿Cuántas ventas no has conseguido porque pensabas que no tenías ninguna oportunidad?
Creo que todos podríamos seguir el ejemplo de Ethel. Empecemos a pedir más. Incluso cuando parezca improbable. Incluso cuando creamos que va a ser un "no", pidámoslo. Apuesto a que te sorprenderá la cantidad de "síes" que obtendrás.
Chadd,
PD - Este tema me recuerda a una charla TED que vi hace unos años. Se titula What I Learnt From 100 Days of Rejection (Lo que aprendí de 100 días de rechazo). Merece la pena verla.