Algunos de ustedes responden y comparten sus propias historias, otros simplemente me dicen que disfrutan de los correos, otros quieren conversar sobre el tema... Cuando empecé a escribir estos correos hace más de 6 años, no tenía ni idea de que tendrían tan buena acogida. Resulta que a ustedes les gusta leer mis correos, que son una bocanada de aire fresco, tanto como a mí me gusta escribirlos. Así que quiero darles las gracias. Gracias por leer. Gracias por responder. Gracias por compartir sus ideas e historias conmigo. 

Sé que no a todos les gustará mi estilo. Y si ese es tu caso, no hay problema. Puedes cancelar tu suscripción; no me ofenderé, pero si te gusta lo que te envío, ¡compártelo con el mundo! Cada semana recibo varias respuestas de gente que me pregunta si me importa que lo compartan, ¡y la respuesta siempre es SÍ! Compartir es cuidar y me halaga mucho que quieras compartir mis reflexiones con el mundo. 

Bueno, hoy les traigo algo un poco raro, algo un poco diferente. Nada de historias raras ni anécdotas graciosas sobre trenes de mercancías, solo un poco de auténtica conexión humana y gratitud. Gracias por leer mis correos, no duden en compartirlo…