Terminé la escuela a los 16 años sin un gran plan de vida. Sin idea de qué quería hacer. Sin una carrera profesional bien definida. Por suerte, en aquel entonces, teníamos el Programa de Formación Juvenil o YTS, como se le conocía comúnmente, un programa gubernamental que ayudaba a crear programas de aprendizaje en muchos sectores.

En mi escuela, había cinco puestos disponibles: dos en banca, dos en seguros y uno en transporte de mercancías. El joven Chadd no tenía ni idea de lo que era el transporte de mercancías ni de cómo sería una carrera en este sector, ¡pero sabía que ni la banca ni los seguros eran para él! Y así se determinó el rumbo de mi vida.

Han pasado 35 años y mucho ha cambiado. Pero al volver a recorrer esas oficinas, con mi hija de 22 años a cuestas, sentí como si hubiera retrocedido en el tiempo. El edificio parecía exactamente igual: el cartel de CGM seguía en las puertas (¡aunque se mudaron hace siglos!). Las alfombras, el color de las paredes, el olor... todo igual.

Realmente me hizo recordar momentos pasados. Pero también me dio motivos para detenerme y reflexionar sobre lo lejos que he llegado. He tenido una larga y feliz carrera en el transporte de mercancías y he convertido Millennium desde cero en una próspera empresa de transporte de mercancías propia. Hemos ayudado a miles de clientes a transportar millones de toneladas de mercancías a todo el mundo. He creado empleos, amistades, oportunidades... Fue una experiencia muy emotiva.

Pero mi pregunta es: ¿con qué frecuencia te detienes a reflexionar sobre tu trayectoria? ¿Cuándo fue la última vez que hiciste un balance de tus logros y te felicitaste? Como dueños de negocios, somos terribles por buscar siempre el próximo logro, la próxima meta, el próximo crecimiento. Pero si siempre miras hacia adelante, no puedes mirar atrás y no puedes ver lo lejos que has llegado.

Así que tómate un momento para pensarlo: ¿qué has logrado desde que te convertiste en adulta? ¿De qué estás más orgullosa? Responde y cuéntamelo.